martes, 23 de noviembre de 2010

Producción de uvas modificadas por la biotecnología



Durante al menos siete mil años las uvas para producir el vino se han ido modificando lentamente a manos de los campesinos, para encontrar la uva y los procedimientos ideales para la vinificación. En la actualidad el campo de estos cambios no son los viñedos sino los laboratorios científicos. El diseño genético de las uvas podría llevar a que algún día en las etiquetas de los vinos, junto a las indicaciones de varietales como Merlot, Chardonnay o Pinot Noir, se indiquen los nombres de los laboratorios donde éstos se clonaron.
La producción de uvas modificadas por la biotecnología ha sido una práctica constante desde hace milenios, desde que el hombre empezó a cultivar la vid. Sin embargo, en los primeros años de este siglo se empezó a investigar la posibilidad de diseñar genéticamente los tipos uva específicos que se adapten a las condiciones climáticas, de suelos, y la necesidades económicas de los productores, con mayores volúmenes de producción por hectárea, uvas más grandes o con racimos más cargados, pero sobre todo resistentes a plagas, bacterias u hongos.
Incluso la ingeniería genética puede obtener vides cuyas fechas de maduración y cosecha sean programables según los cambios climáticos, e incluso prever el sabor y aromas que se obtendrán, según el gusto o las modas de los consumidores.
La Universidad de California en Davis, Estados Unidos, ha sido pionera en estas investigaciones y ha logrado clonar de forma experimental diversos varietales, e incluso identificar los genes responsables de determinados aromas, como el toque de cítrico en algunas cepas para vino blanco, por ejemplo. Del mismo modo, otras Universidades como las de Michigan o Nueva York han conseguido producir uvas que se adaptan a climas diferentes de los tradicionales para este cultivo.
En Italia, la Universidad Politécnica de Ancona ha desarrollado desde 2001 frutos con modificaciones de interés para los productores, entre los cuales se cuenta la vid, con capacidad para resistir plagas.
En Sudáfrica, el gobierno aprobó la realización de cultivos experimentales de uvas modificadas por ingeniería genética. En la Universidad de Stellenbosch, ubicada en uno de los valles vinícolas tradicionales de ese país, ya se han empezado a realizar pruebas de campo.
Uno de los puntos claves para la producción de uvas transgénicas ha sido el desciframiento del genoma de la vid, lo que permite obtener el mapa genético de este fruto y luego combinar sus genes para lograr los resultados deseados, ya sea la resistencia a las plagas y enfermedades o para resaltar los rasgos deseados para el fruto y el vino.
En mayo de 2001, diversos organismos de países productores se reunieron en la Universidad de California en Davies para coordinar sus investigaciones en este campo. Los países involucrados son Alemania, Australia, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Hungría, Italia y Sudáfrica, que se han enfocado en determinar el genoma de varietales de interés vinícola como Chardonnay, Shiraz, Pinot Noir o Cabernet Sauvignon. Los científicos predicen que en la próxima década se verían los resultados, aunque desde ahora se experimenta con diversas modificaciones a las cepas, produciendo vinos experimentales que por ahora no llegan a los mercados.
En 2007, el “Consorcio Público Galo-Italiano para la Caracterización del Genoma de la Vid” anunció en la revista Nature que habían conseguido descifrar el genoma del Pinot Noir, lo que permitió establecer cuáles son los genes que intervienen en el sabor, aroma y color del vino.
Desde que a mediados del siglo XIX el entonces joven químico Louis Pasteur descubrió el papel que juegan los microorganismos en la producción del vino, se vinieron abajo muchos de los mitos sobre la producción natural en las bodegas, y los científicos empezaron a intervenir directamente en los procesos de vinificación.
Sin embargo, la producción de vinos parece orientarse por el momento en el sentido opuesto. Lo mercados, especialmente de Europa, exigen cada vez que los vinos cuenten con la certificación de “orgánicos”. Los consumidores no parecen dispuestos a aceptar vinos genéticamente modificados y se extiende la condición de que no se empleen pesticidas ni abonos artificiales, e incluso que la producción se realice sin levaduras artificiales ni daño al medio ambiente.
Mientras que una buena parte de la producción mundial se adapta las necesidades del mercado, un importante sector de los consumidores reclama que se mantengan los métodos tradicionales, e incluso están dispuesto a pagar más por ello. El vino podría ser el campo de batalla donde se defina el futuro de la producción agrícola, entre los modelos de producción orgánica y los productos transgénicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...