martes, 11 de enero de 2011

Investigadores gallegos buscan mejillones resistentes a las biotoxinas.

El Centro de Investigaciones Marinas (CIMA) y dependiente de la Consellería do Mar, participa en un proyecto tendente a reducir la afección del fitoplancton portador de biotoxinas marinas en la producción de mejillón. 

Afrontan un proyecto de producción en criadero de familias de molusco para su estudio genético

El Centro de Investigaciones Marinas (CIMA) y dependiente de la Consellería do Mar, participa en un proyecto tendente a reducir la afección del fitoplancton portador de biotoxinas marinas en la producción de mejillón. 

Se trata, por tanto, de buscar fórmulas que ayuden a mitigar los efectos de lo que popularmente se conoce como marea roja, y para ello se persigue una selección genética que facilite la diferenciación de las familias del molusco más resistentes, o menos vulnerables. 

Los resultados del estudio, iniciado en 2008, deben conocerse este año, después de que se ejecutaran varias fases en las que, por ejemplo, se localizaron, identificaron y separaron mejillones de diferentes familias en distintas áreas de cultivo. 

Fue en el año 2009 cuando se ejecutaron esas fases de cultivo tendentes a obtener los mejillones de distintas familias, y con ellos se efectuó el proceso de inducción a la puesta. Se llevó a cabo en 500 mejillones, procedentes de distintas rías gallegas. 

Los de mejor calidad

De los moluscos desovados se seleccionaron los de mejor calidad, y finalmente los técnicos obtuvieron 190 familias. Después llegó el proceso de cultivo larvario, hasta que se obtuvo mejilla -como se conoce a la semilla- con tamaño suficiente par ser "encordada" (amarrada) en las cuerdas de una batea, donde continuó el estudio. 

Controlar la entrada de biotoxinas en las rías es misión imposible, pues se trata de un episodio totalmente natural. Ante esto los científicos buscan el modo de que los moluscos reduzcan los niveles de ingestión de fitoplancton tóxico, y puede lograrse, consideran, "obteniendo variedades de mejillones que tengan menos capacidad de captación y/o retención de las toxinas". Es aquí donde entra en juego la selección genética, pues existen diferencias en la capacidad de los bivalvos para ingerir el fitoplancton tóxico. "Esto abre la posibilidad de obtener variedades con menor captación de toxinas mediante técnicas de mejora genética", creen los investigadores.

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